"Al impulso ciego de la fuerza, al
impulso frío del dinero, la Argentina, coheredera de la espiritualidad
hispánica, opone la supremacía vivificante del espíritu." Juan Domingo Peron
1492
Juan Pablo Vitali
Cuando nacimos no había un Occidente. Nosotros lo creamos: extremo, sutil, alucinante.
Cuando llegamos no había sino barro, aguardando a quien le diera forma.
Tuvimos que crear hasta los dioses, la imagen de los muertos se plasmó en los objetos.
Creamos hasta que la sangre de las manos se convirtió también en barro.
Las ruinas que hoy vemos están impregnadas de espíritus antiguos.
Cuando las barcazas arrasaron los últimos planos de una historia caduca, un nombre nuevo surgió del sol: América.
Llegaban en carne viva los que agotados por la furia de milenios, necesitaban un sitio último: un extremo polar de lo humano.
Vamos hacia la muerte con el timón trabado, en la bitácora pagana de nuestra propia creación.
América: mutación de hombres. América sagrada bajo los hielos oscuros de la modernidad.
América de Aguirre, el loco, porque solamente los locos recorremos la piel interior de América.
Y los mares que aún esperan, devuelven a Europa los restos de los barcos.
Y los ríos interiores, albergan la luz blanca de los huesos; la ceguera mustia de las cenizas; las lunas
del jaguar en las que el hombre blanco renovó su sentido.
América nuestra: Occidente extremo; albergue final de la migración y de los dioses.
Crepúsculo que dialoga con los hombres, buscando una salida en el laberinto de los últimos tiempos.
Tuvimos que crear hasta los dioses, la imagen de los muertos se plasmó en los objetos.
Creamos hasta que la sangre de las manos se convirtió también en barro.
Las ruinas que hoy vemos están impregnadas de espíritus antiguos.
Cuando las barcazas arrasaron los últimos planos de una historia caduca, un nombre nuevo surgió del sol: América.
Llegaban en carne viva los que agotados por la furia de milenios, necesitaban un sitio último: un extremo polar de lo humano.
Vamos hacia la muerte con el timón trabado, en la bitácora pagana de nuestra propia creación.
América: mutación de hombres. América sagrada bajo los hielos oscuros de la modernidad.
América de Aguirre, el loco, porque solamente los locos recorremos la piel interior de América.
Y los mares que aún esperan, devuelven a Europa los restos de los barcos.
Y los ríos interiores, albergan la luz blanca de los huesos; la ceguera mustia de las cenizas; las lunas
del jaguar en las que el hombre blanco renovó su sentido.
América nuestra: Occidente extremo; albergue final de la migración y de los dioses.
Crepúsculo que dialoga con los hombres, buscando una salida en el laberinto de los últimos tiempos.